Enseñamos lo que necesitamos aprender

Guardianes | Escucha·Protege·Atiende

“La tragedia de la vida no está en no alcanzar tu meta,
sino en no tener una meta que alcanzar”.
(Miriam Subirana)

¿Cuándo fue la última vez que enseñaste con tal pasión, que perdiste de vista el tiempo y el espacio?

A esas experiencias los especialistas le llaman fluir, tocar tu elemento o tu núcleo positivo, no importa el nombre que le pongamos, finalmente se refiere a conectarte con tu ser más profundo y auténtico mientras realizas las actividades que más te apasionan.

Necesitamos aprender lo que vemos en nuestras/os alumnas/os, esa gran curiosidad por conocer el mundo, y con la cual nacemos todos, pero que vamos perdiendo en el camino.

Desde que nacemos, buscamos conocer nuestro entorno; queremos saber quiénes somos y qué lugar ocupamos en el mundo. Así que, exploramos, conocemos, sentimos, nos equivocamos, aprendemos y volvemos a explorar.

Parte de esa curiosidad es la que nos lleva a querer descubrir para qué somos buenos y de qué somos capaces, encontramos nuestra pasión cuando conocemos aquello que nos define y nos hace ser lo que somos, nuestra esencia.

Recuerda lo que los adultos decían de ti en tu infancia, seguramente escuchabas algo como: - ¡mira qué bien baila!, va a ser bailarín, o ¡es super buena para cocinar!, va a ser chef. Mostrabas tus habilidades sin miedo, te quedabas absorta/o en lo que más te gustaba, sin importarte lo que pudieran decir los demás.

Ahora, quizá tu atención está más en ver que las niñas, niños o adolescentes a quienes enseñas logren descubrir sus pasiones, que en recordar cuáles eran tus sueños y aspiraciones.

Haz el siguiente ejercicio. Toma unos momentos para observar a una niña o niño, descubrirás que tiene episodios en que está totalmente absorta/o en lo que hace porque seguramente esa actividad representa para ella/él un desafío; habrá en su rostro tanta concentración y placer, que nada de su alrededor le importará, eso quiere decir que está fluyendo. Finalmente, esa experiencia le llenará de felicidad y habrá valido la pena el esfuerzo que haya hecho.

Si piensas en tu ser docente y en cómo, después de tantos retos y desafíos que te ha traído el confinamiento, sigues con el compromiso y la motivación de enseñar, mírate con admiración; pero si, además, continúas con la pasión, la conexión contigo y una sensación de plenitud al enseñar… ¡Felicidades! Estás realizando tu vocación.

A continuación, algunas preguntas de reflexión que te pueden servir para reconectarte con tu vocación:

  • ¿Cuál era tu sueño más grande en tu infancia?
  • ¿Has reprimido alguno de tus sueños por miedo a sentirte rechazada/o o desaprobada/o? ¿Cuál?
  • ¿Cuándo fue la última vez que lograste fluir? ¿Qué estabas haciendo?
  • Si pudieras, ¿enseñarías, aunque no te pagaran?

Toma en cuenta que, todos podemos enseñar, pero solo algunos logran que se dé el aprendizaje.

Encontrarle sentido a lo que hacemos es encontrar nuestro sentido de vida, es saber para dónde vamos y para qué estamos aquí; y si tu vocación es la docencia, puedes estar segura/o que tu misión es inspirar y ser modelo a seguir para los demás.

 

Marcela Cuevas V.

 

Fuentes consultadas:

- Csikszentmihalyi, M. (2013). Aprender a fluir. Kairós.

- Robinson, K. (2012). El elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo. Conecta.

- Subirana. M. (2014). La gran liberación. Kairós.

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